Siempre he creído en las relaciones ganar-ganar, tanto en las
relaciones de trabajo, como en las familiares o de amistad.
Me explico, en el último trabajo que estuve me encontré con
una de las mejores jefas que he tenido, yo no pensaba que pudieran existir
personas como ella al cargo de un grupo de personas, desde el primer momento
(ya incluso en la entrevista de trabajo) me sentí valorada, sentí que me miraba
a los ojos, que estaba realmente interesada en mi currículum y en mis
cualidades.
Por supuesto que con esa energía tan positiva en la
entrevista, yo lo único que tuve que hacer es ser yo misma, ya que ella me
hacía sentir cómoda y tranquila, tanto que le comenté algunas ideas que quería
poner en marcha en la empresa.
Salí de allí muy contenta, al cabo de unos días me llamaron
para decirme que el trabajo era mío. Posteriormente pude comprobar que la
primera impresión acerca de mi jefa había sido correcta, el trabajo con ella
era fácil, agradable, era resolutiva, atenta, orientada a las personas a las
que atendíamos pero dando también mucha importancia a las personas con las que
trabajaba.
Os explico todo esto porque mi jefa estaba orientada a
fomentar las relaciones ganar-ganar, ella sabía que si aportaba a su
equipo la estabilidad necesaria, atendía sus necesidades y escuchaba sus
problemas poniéndoles solución, las personas a su cargo responderían, como así
lo hacíamos, poniendo todo nuestro interés y energía en realizar nuestro
trabajo lo mejor posible.
Os voy a contar otro ejemplo, esta vez en el tema de las
relaciones de amistad. Conocí hace muchos años a una mujer (la voy a llamar
Eva, no es su nombre real) que mantenía una amistad totalmente destructiva con otra.
Cada vez que quedaban, Eva tenía que aguantar conversaciones negativas, malos
gestos, enfados que nada tenían que ver con ella, e incluso a veces recibía
directamente sus críticas y humillaciones. Yo no entendía porqué seguía
manteniendo esa amistad, hasta que un día me dijo que lo hacía por pena, sabía
que esa persona estaba muy sola y no quería abandonarla ella también. ¡¡Error!!
Cuando sientes pena por alguien y actúas en base a este sentimiento estás
poniendo a la otra persona por encima de ti, de tal manera que tú pierdes para que el otro gane
(Yo
pierdo, tú ganas)
Esto no es beneficioso para ninguna de las dos personas, ya
que por un lado el que pierde se siente infeliz y con su actitud vemos que no
se valora lo suficiente como para decir ¡basta!; por otro lado, la otra persona
seguirá con su comportamiento y actitudes destructivas mientras haya personas
que estén a su lado (aunque sea por pena) para escuchar sus quejas y sufrir su
malhumor.
¿Qué pasaría si de verdad se quedara sola? Quizás haría un
ejercicio de reflexión y cambiaría su comportamiento, o quizás no haga nada,
pero al menos Eva no tendría que escuchar toda esa negatividad y habría dado un
paso más en su auto-estima.
El siguiente ejemplo
tiene que ver con las relaciones: Yo gano, tú pierdes.
Una vez hicieron un experimento en la facultad donde yo
estudiaba la carrera, en este experimento se medía la competitividad, se ponían
a dos personas a hacer el mismo ejercicio, una frente a la otra, a la mitad del
ejercicio se les decía los resultados que estaban obteniendo, (ese era el
factor presión), se les decía que continuaran, sin decirles cuándo iba a acabar
la prueba, al cabo de un tiempo se les decía que dejaran de hacerlo. La persona
con mejores resultados recibía dinero en efectivo, la otra persona nada.
Lo que más me llamó la atención en este experimento no fueron
los resultados en sí, si no que los investigadores que lo estaban realizando
trataban mejor a las personas que ganaban que a las que no, además de darles el
dinero hablaban más con ellos y les dedicaban más tiempo y sonrisas.
Aquel día comprendí que el fomento de la competitividad está
en todos los sitios, hasta en la facultad de psicología, donde se nos enseñaba
que para ayudar en nuestro despacho debíamos decir a las personas que la única
competición que existe es con uno mismo.
El último ejemplo se refiere a las relaciones Yo
pierdo, tú pierdes: Esto pasa muy a menudo en las relaciones de los
niños, si un niño no puede tener un juguete porque lo tiene otro, en un
principio puede que se lo pida, al recibir un no, puede que insista, pero al
cabo de un tiempo sin conseguir el juguete, puede cogérselo al otro niño y
romperlo, el niño actúa así porque piensa si yo no puedo jugar con él, él
tampoco.
El problema viene cuando este tipo de relación se da entre
personas adultas, seguro que conocéis a personas que se comportan así, puede
que sea algo puntual, pero cuando se produce de manera cotidiana estamos ante
un problema, porque este tipo de relaciones no ayudan a crecer, si no que
fomentan la rabia, el enfado, las discusiones… etc
Estamos rodeados de personas en todas las situaciones, así
que después de haber leído los ejemplos de cada tipo, ¿qué tipo de relaciones
tienes en tu vida? ¿qué tipo te gustaría tener más? ¿puedes hacer algo para
cambiar las que no te gustan?
Por supuesto la mejor relación es la que tiene uno consigo
mismo, cuanta más autoestima tengas, más te valores, con mejores ojos te veas,
más relaciones ganar-ganar podrás tener. Ya que ¡¡nadie ofrece menos a quién
sabe que se merece más!!
Si tenéis alguna duda o queréis saber más de este tema ya
sabéis que podéis contactar conmigo a través del mail sofiagonzalezmillan@gmail.com
O a través del teléfono: 639641020 (atiendo whatsapp).
Tu éxito es mi éxito,
mi éxito es tu éxito.
Cuando tú ganas yo crezco,
cuando yo gano tú te
expandes.
¿Acaso no sabes que somos
Uno?
Todo lo que tú eres, soy
yo mismo.
Con amor,
Sofía
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