Quién
no ha tenido un ataque de ansiedad o de pánico en algún momento, quién no ha
sentido el pecho contraído como si nos fuera a dar un ataque al
corazón, o el hormigueo en la manos y brazos, la sensación de calor repentino,
sudores fríos, mareos…etc.
Todos,
en mayor o menos medida, sabemos lo que es tener un ataque de ansiedad. En la
mayoría de las ocasiones hay una/s causa/s comprensibles para que esto nos
suceda, por ejemplo: un aumento de volumen de trabajo en la oficina, el
agotamiento de unos padres al criar a su bebé recién nacido que no para de
llorar, la pérdida de un trabajo… etc
En
estos casos conocer la causa o causas ayudará a comprender a la persona que hay
una razón por la que sentirse así, y, o bien se tomará las cosas con más calma,
o pedirá ayuda, o puede utilizar técnicas de relajación… Todo esto está dentro
de la normalidad.
¿Pero
qué ocurre cuando se suceden los ataques de ansiedad sin que haya una causa precisa
y determinada? Cuando esto sucede y la persona no puede realizar una vida
normal estamos ante un caso importante de ansiedad que hay que atender de
manera más profunda.
De
este tema es del que voy a hablaros hoy, hay una parte importante de personas
que están sufriendo el suplicio de la ansiedad sin saber porqué les sucede ni
poder controlar en ninguna medida lo que les pasa.
Hoy
voy a hablar a favor de todas ellas, puesto que realmente están sufriendo, y en
muchos casos no son comprendidas por sus familiares, amigos, e incluso tampoco
por los médicos que les atienden cuando van a urgencias o a la consulta en
busca de ayuda.
Las
enfermedades mentales y emocionales están todavía muy mal vistas en nuestra
sociedad, en algunos casos ni siquiera son reconocidas como enfermedades, quién
no ha oído en alguna ocasión hablar de una persona que tiene síntomas de
ansiedad como alguien “débil”, “demasiado miedoso”, “muy sensible”, o que “solo
busca atención”…
Esto
lleva a muchas personas a ocultar lo que les pasa para no oír comentarios hirientes
o despectivos, porque realmente el sufrimiento está ahí y no quieren aumentarlo
más viviendo actitudes de rechazo o incomprensión.
A
la larga las personas con ansiedad pueden terminar recluidas en su casa (el
lugar donde se sienten más seguros), con escasa actividad social y de ocio. En
los peores casos pueden llegar a tener que dejar su actividad laboral, con la
consiguiente bajada de autoestima y sensación de no control de su vida.
Mucha
gente me pregunta, ¿en estos casos la medicación ayuda o es mejor no tomarla
para estar más “despierto”? Por supuesto dependerá de cada caso, porque cada
persona es única, pero en general si la ansiedad impide llevar una vida normal
lo mejor es acudir a un médico para que prescriba un tratamiento, cada cierto
tiempo se revisa la medicación para saber si este tratamiento es adecuado o
necesita aumentar o disminuir la toma, para que la persona pueda realizar sus
actividades sintiéndose tranquila pero no “dormida”.
Eso
sí, un tratamiento basado solamente en la medicación no tendrá tanto éxito como
una combinación de medicación y terapia psicológica.
La
característica fundamental de las personas que padecen ansiedad es que hacen lo
que se denomina el “escaneado”, desde que se levantan hasta que se acuestan
pasan la mayor parte del tiempo haciendo un escáner de su cuerpo, de lo que
notan, de lo que sienten, de lo que
piensan…, el mínimo síntoma es interpretado como que el ataque de ansiedad va a
aparecer, así pues toda su atención está puesta en cómo “no sufrir un ataque de
ansiedad” o cómo estar prevenido para que no les pille de sorpresa.
Esto
es muy común, y quizá una de las partes que les hacen sufrir más. Pues como no
paran de mirar todos los detalles de cómo se sienten, al final tanta atención
pueden hacerles sufrir un ataque o bien terminar agotados de tanto estar
alerta.
Por
ello el primer paso es descubrir qué es lo que está causando esos ataques, ahí
es donde yo empiezo a trabajar, puesto que la persona siempre tiene unos
motivos reales para sentirse así de mal y la ansiedad solamente es la campana
que suena para decirle que algo no está bien dentro de sí.
Cuando
descubrimos la raíz o raíces del problema podemos trabajar en ellas, para
liberarlas, limpiarlas, sanarlas y así permitir que la persona vuelva a
restablecer su armonía mental, emocional y física.
Porque
si algo tengo claro, por mi experiencia personal y profesional, es que LA
ANSIEDAD SE CURA, e incluso puedo decir más, en el despacho he visto personas
que después de trabajar en las raíces de su problema de ansiedad, han resurgido
más fuertes, con una mayor autoestima y con una sensación de paz que nunca
antes habían sentido.
He
tratado casos que han ido desde estrés por el trabajo, hasta casos de agorafobia
(es el miedo y evitación a estar en
lugares o situaciones de los cuales pueda ser difícil o embarazoso escapar, o
en los que pueda no disponerse de ayuda en el caso de tener un ataque de pánico
o síntomas similares), ansiedad por la comida, tabaco…etc.
Como
he dicho más arriba, cada persona y caso son únicos, pero he encontrado un
denominador común en todos ellos, la
baja autoestima; cuanta mayor autoestima, aparecen menos problemas de ansiedad
y psicológicos en general.
Por
eso yo combino la “limpieza” de las raíces del problema, con ejercicios para
fomentar el autoconocimiento y aumentar el amor por uno mismo. Usando la
terapia cognitivo-conductual combinada con E.F.T. (Técnicas de Liberación Emocional),
además de otras terapias según el caso, se obtienen resultados muy positivos, y
la mejoría puede notarse a partir de la tercera o cuarta sesión.
También
hay que atender, aunque de manera diferente, a todas las personas que tienen a
un familiar o alguien muy cercano que padece ansiedad, a veces es muy duro para
estos “cuidadores” seguir animando y apoyando a su seres queridos, pues en
muchos casos la enfermedad se alarga en el tiempo, y pueden terminar agotados y
sintiéndose frustrados. Si ésta es tu situación quizás deberías pedir ayuda
profesional, para recibir orientaciones y sentirte escuchado, esto siempre será
beneficioso para ti y para la persona a la que estás ayudando.
¿Te
sientes identificado? ¿Estás sufriendo en tu vida la ansiedad y el cansancio de
padecerla? ¿Te gustaría encontrar la raíz del problema y solucionarlo de una
vez por todas?
Pide
cita y acércate a mi despacho, te mereces vivir libre de ansiedad.
Ya sabéis que podéis contactar conmigo en el mail: sofiagonzalezmillan@gmail.com
O bien en el teléfono: 639 64 10 20
Ya sabéis que podéis contactar conmigo en el mail: sofiagonzalezmillan@gmail.com
O bien en el teléfono: 639 64 10 20
Recibe
un abrazo grande,
con
amor
Sofía
Que articulo más acertado, ¿quién no ha tenido alguna vez ansiedad, ira o estrés? Saber que alguien te puede ayudar es como tener un salvavidas en medio del océano.
ResponderEliminarMuchas gracias Luis, cada uno es su propio salvavidas, pero es verdad que todos necesitamos ayuda en determinados momentos para sanar heridas y crecer. Un abrazo grande!
EliminarMuy esperanzador, eres una gran profesional y lo demuestras dia a dia, un rayo de luz entre tanta oscuridad. Sigue así. Gracias.
ResponderEliminarGracias por tus palabras Bidasoe, mi trabajo me hace feliz por eso pongo todo mi ser en lo que hago, con amor se logra todo. Muchos besos!
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarGracias Sofía, hay mucha sabiduría y experiencia en tu artículo, así como buenas ideas para quien padece este problema. Gracias por compartir tus conocimientos y ayudar a tantas personas con tus conocimientos profesionales.
ResponderEliminarMe hacen mucha ilusión tus palabras Patricia, tú has sido parte importante de que yo tenga algunos de los conocimientos que aplico, así que gracias a ti! La mejor formadora y terapeuta. Un abrazo!
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