Es
increíble como los seres humanos nos acomodamos a nuestra rutina, realizamos
las mismas cosas cada semana, a veces incluso cada mes, o cada año.
Lo
hacemos con la ilusión de reforzar nuestra sensación de seguridad, de que
tenemos controlado el mundo.
Cualquier
cambio, para algunas personas, se convierte en un dolor de cabeza o estómago,
todo se tambalea, se ponen de mal humor, o se sienten desbordados.
Es
relativamente normal buscar la seguridad, la tranquilidad en nuestro día a día,
el problema surge cuando nuestro día a día es un aburrimiento, cuando todo lo
que vivimos es algo ya transitado muchas veces, y no nos hace feliz.
Uno
de los miedos más importantes de la humanidad es este: el miedo al cambio; ¿qué
vendrá después?, si me mudo a otra ciudad ¿me irá bien?, deseo iniciar una relación
pero no se si funcionará, ¿me dedico a lo que me gusta o sigo trabajando en lo
que estoy ahora?...
Detrás
de estas situaciones se encuentra el miedo de la persona a que el cambio
produzca dolor, sufrimiento, soledad, angustia, escasez, frustración… etc.
Seguramente,
dentro de sus vivencias encontremos situaciones en las que el cambio ha traído
todas esas emociones, y posiblemente no haya podido curarlas o aprender de
ellas la lección que traían.
Cuando
acumulamos recuerdos y vivencias de este tipo en nuestra historia de vida es
normal que queramos protegernos, es normal que nos asuste lo que está por
venir, porque ¿cómo vamos a pensar que lo que viene es positivo?
De
esta manera, nos cerramos al mundo y a sus posibilidades, por miedo a que nos
hagan daño, en definitiva, por miedo a sufrir, más de lo que ya hemos sufrido.
Necesitamos
ser conscientes, conscientes de nuestro miedo, ¿tengo miedo al cambio? Sí,
bien, lo acepto y comprendo que hasta este momento yo he asociado el cambio a
cosas dolorosas, pero ¿y si pudiera asociarlo a cosas positivas?
Los
cambios hacen crecer, los cambios traen aire nuevo, nos muestran facetas de
nosotros que no conocíamos, nos traen nuevas personas y situaciones que nos
hacen más felices de lo que éramos antes.
¿Te
has dado cuenta de que algunas veces aceptamos el cambio cuando ya no podemos
más con la situación que vivimos? No es la vida la que nos lleva a situaciones
extremas, muchas veces somos nosotros mismos, muchas personas aceptan mejor el
sufrimiento que la alegría, quizás porque lo conocen mejor y creen que es parte
de su vida.
Lo
que necesitas es romper la asociación de cambio=sufrimiento, por esta otra (o
la que tú elijas): cambio=amor.
Sea
lo que sea que te haya sucedido, este momento, en el que estás ahora, es el
ideal para realizar cambios, si en vez de esperar a que algo suceda, eres tú el
que lo propicias, el que vas en su busca, sentirás el poder que tienes, el
poder más grande que tenemos los seres humanos: poder elegir.
Con
amor,
Sofía
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